te enojaste con la luna,
con las horas
y con el mes
intervinimos las letras, nuestro ser
y el cariño intacto
e intocable
revolvimos los papeles y las tripas,
abrimos las ventanas por si acaso
y llenamos de colillas los ceniceros
me hiciste pensar en por qué te espero
al otro lado del mundo
para qué
cómo
y por cuánto
tiempo
sería capaz de hacerlo;
la eternidad y una primavera,
mi amor
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