No creo en las frases hechas
Me lo avisaron mis amigos,
mis parejas, mis jefes,
la kiosquera de la esquina,
la piba que siempre quería ganar
al handball y de tanta rabia, no podía,
me lo dijo mi viejo, mi hermano,
mis ciento tres tías y algún que otro primo,
todas las profesoras de matemáticas,
la de natación, el vecino de mi mejor amigo,
y el que vende pochoclos en la calesita,
también mi mecenas de este viaje, sus hijos
y su amante;
llorar no sirve para nada.
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