La medianoche se afeita el grito de placer escondido en el parque.
El deseo estalla como una botella de vino cayendo desde un octavo piso, ni perdón ni reproche;
Correr siempre es una alternativa.
Quiero levitar en el rojo de su cama, tanto o más que en el morado de sus labios, es la más sexy de todo el barrio;
Cada día es único.
Lo que está mal a veces no daña a nadie.
Lo que te hacía bien te acabó destruyendo.
Y después te dicen que las instrucciones para vivir son redundantes.
Los peces que hace tres años decoran su living asumen su destino y saltan de la pecera tratando de agarrarse entre sí.
Me distraen.
Pero no olvido.
Me encantan las noches de otoño
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