24.11.16

JULIETA SIEMPRE LLEGABA CON UN VEINTICINCO EN CADA TETA


Del tomo Nro.4 de la REVISTA NEBULA TROPICAL







Hacía rato que le tenía miedo a los ratis, porque la perseguían por su culo para veinte y por tortillera. Y fue por eso que el pecho se transformó en la mejor parte de su cuerpo para esconder el porro y la keta (mina) que iba a buscar a Liniers y Ramos Mejia respectivamente.
Aquella única vez que la acompañé, vi como el dealer terminó regalándole el doble de todo, y encima dándonos a probar uno de su cosecha en la puerta del DIA% que nos abasteció de tibias birras.
Birras que con el frio polar de la vereda conurbana se pusieron casi frappé mientras hablábamos acerca de nuestros laburos, el de Julieta y el mío.
Julieta ganaba clientas por gauchita y por simpatía, a todas las situaciones ella les ponía una sonrisa abismal, pasara lo que pasara, todo pasa, se decía.
Todo pasa.
Eran los primeros días de septiembre, la primavera quería volver a empezar pero la tormenta de Santa Rosa no la dejaba. Tremenda alerta meteorológica, vientos intensos con ráfaga, posibles granizos, temporal con tutti, pero a Julieta le gustaba el temporal y más allá de que el clima anunciara tempestad, ella salió a buscar su macoña igual.
Y aunque su sonrisa se extendiera bajo la tormenta de oreja a oreja, los canas que la detuvieron escapándose del viento no negociaban con nada:
Ni guita, ni pete, ni keta; Ni faso, ni caballo, ni merca.
Ellos sólo la querían ver tras las rejas, y allá fue donde se la llevaron antes de que lleguemos a probar bocado del mejor prensado del wild West que a mi colega le hacía tanta ilusión tener para saborear antes de irse dormir.
Nunca vi ratis que no acepten guita, ni pete, ni keta. Se la tenían junada por lesbiana, porque ella jamás negocio comerse un pene por ganarse la zona. Puta y fumona sí, y la más trola también, pero sobretodo homosexual y estos pinches canas no lo quieren aceptar.
Era lo que susurraba cada tanto,  y al rato contaba como a los quince se tuvo que ir de la casa, porque la vieja además de religiosa era milica, y no quería ni mirar a los ojos a su hija desde que su hija se pregonaba homosexual. Siglo XXI y tener convicciones sigue mandándote a la hoguera, y esa hoguera se llama sociedad.
Cuasi premonición. Éstos canas tampoco aceptaron la reticencia, sonrisa, y claridad de Julieta y se lo quisieron dejar claro condenándola por un veinticino que ni llegaba a ser un veinticinco.
Julieta es existencialista de la vagina, y pretende imponer un orange is the new black aunque su cárcel sea de verdad y esté en Ezeiza.  Y allí, en French y Constituyentes, mantiene su sonrisa intacta, de oreja a oreja, porque el diablo sabe por sabio pero más sabe por viejo y el día cumpla 45 años  Julieta va a salir y yo la voy a acompañar a buscar a esos pinches ratis.
Si algo nos enseñó Tarantino, es que las mujeres sabemos de venganza.
Y resurrección. 

La revista:NEBULA TROPICAL