31.10.15

HOLLYGRAM

Lectura  en el ciclo Win Win. Para la REVISTA NEBULA TROPICAL.




Estaba en esos laburos de mala muerte y, para morir un poco menos, me llevé un ingeniero italiano al bar más puto y pop del centro de la ciudad, Flux, el flavour de los mejores tragos está ahí.
En esa barra donde siempre atienden Jamie o Illia, acompañados por alguno de los diversos barmans que hacen pasantía por allí, y otras cosas también.
Dioneta Hollygram era una de ellas.
El sabor de flux propone mezcla, y entre esas mezclas de sour y mojitos las horas pasaron hasta que Dioneta, intrigada por el viejo y por mí, se nos acercó con sus tres millones de tatuajes, su pelo ultra violeta y nos consultó ¿Y ustedes? ¿De dónde se conocen?
El tano no hablaba más que en tano y yo no hablaba más que en lo que podía.
Pero a buen entendedor pocas palabras, y le conté que a esa altura yo me preguntaba lo mismo.
Entonces Dione respondió subiéndome a sus piernas y demostrándome que por el centro hay tortas dispuestas a todo.
Nunca más la vi.
Nunca más supe de ella.
Hasta un año nuevo que traté de saludarla y solo me encontré con una seguidilla de pésames e historias como ésta.
Historias recordando aquel o aquellos días que la cruzaron por cualquiera de estos lugares, de esta ciudad.
Para desgracia mía y de todos, Dioneta era capaz también de quitarse la vida.
¿Por qué?
Dione

¿Por qué?