la despreocupación nos quedaba bien
a las calles de la ciudad las hacíamos nuestras
y no te cuento de los parques
también teníamos un hotel
con nuestro numero de habitación
favorito y predilecto
y muchas historias errantes para relatar
y hasta incluso, repetir
fuimos nuestras peores enemigas
alejándonos de todo eso
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